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    Los ludópatas, bajo el riesgo constante de perderlo todo

    Santo Domingo
    Era la mañana del jueves 21 de marzo del presente año y me encomendaban la tarea de contar cómo es la adicción a ganar el dinero fácil a través de la suerte, toda una industria basada en el juego y en una enfermedad conocida como “ludopatía”.

    Ese día decidí visitar una banca de apuestas ubicada en el centro de la ciudad. No tuve que irme a un espacio donde habitan personas de escasos recursos para conocer el motor que mueve a quienes son adictos a las máquinas tragamonedas, a las loterías, a las ruletas o a las apuestas deportivas.
    Llegué al lugar a las 10:15 a.m., y un letrero ubicado en la puerta principal que decía “PROHIBIDO la entrada a menores de 18 años y uso de armas de fuego”, me dio la bienvenida.
    La banca abría a las 11:00 a.m., sin embargo, pude acceder diciéndole al empleado que realizaría una tarea universitaria.
    El joven me recibió muy amable, pero sus primeras palabras fueron: “yo no te recomiendo que juegues para experimentar porque eso es un vicio tan fuerte que de solo venir aquí se te puede pegar”.
    Me quedé observando las cámaras fotográficas ubicadas en cada extremo de esas cuatro paredes, las cuatro pantallas de televisión colocadas una al lado de la otra en una pared, una pequeña mesa redonda debajo y cinco sillas. Más al lado había ocho tragamonedas, al fondo una ruleta con seis sillas y al lado de ellas otras máquinas de jugar.
    Sin conocer riesgos
    El chico, quien se encarga de atender a los jugadores, comenzó a conversar conmigo mientras pasaban los 45 minutos para abrir el negocio.
    Nos sentamos frente a una máquina tragamonedas y desde ahí pude comprobar que la entrada a este vicio se da paulatinamente y una vez estás en él, es muy difícil salir.
    No habíamos iniciado bien el diálogo cuando llega un motoconchista de unos 25 años en y empieza a tocar la puerta para que le abran. Eran las 10:23 y todavía no se podía acceder. Él se fue, pero a los pocos minutos llegó otro señor que llevaba puesto un pantalón gris, una chacabana blanca y zapatos relucientes. Estaba ansioso, se quedó fuera dando vueltas, miraba el reloj, tocaba la puerta una y otra vez, y al final se desesperó y también se marchó.
    Seguí hablando con Israel (nombre ficticio, para conservar su empleo) y él me expresó que hay personas que llegan allí a las 11:00 a.m., y se van cuando cierran a las 10:00 p.m., no importa si es día de trabajo o fin de semana o si han comido o no.
    CRONO
    A las 10:15 a.m.
    Toqué la puerta de la banca para conocer el comportamiento de los ludópatas y a los pocos minutos comenzaron a llegar algunos desesperados.
    A las 12:00 a.m.
    El lugar había recibido más de ocho clientes, que apostaron a los números de la lotería, otros a los deportes, pero la mayoría se concentró en las tragamonedas.

    El Super Ball es uno de los juegos preferidos por los ludópatas. VÍCTOR RAMÍREZ/LD
    Cualquiera puede caer: no vale una profesión ni la clase social
    Israel me contó que en diciembre son muchos los que juegan su doble sueldo con la esperanza de que a las máquinas les darán un palo. Para su mala suerte, terminan perdiéndolo todo. Y ahí me hizo la salvedad: “a los dueños de la empresa no les va a gustar encontrarte aquí porque este es el lado malo que no quieren mostrar”.
    Y es que así como unos llegan con RD$25 y se van con RD$60,000, otros llegan con la finalidad de jugar solo RD$200 y pierden hasta el dinero de pagar el alquiler de su casa o el colegio de sus hijos.
    En las máquinas hay juegos que tienen un “jackpot” que es la cantidad de dinero que se ofrece en caso de ganar. En ese momento, había promesas que iban desde RD$3,207 hasta RD$60,730.
    Le dije a Israel que iba a jugar a ver si pegaba en alguno y podía tener “dinero fácil”, y muy serio me contestó: “no lo hagas, a menos que sea para completar tu tarea. Hay quienes juegan porque aman esto.
    Son adictos y no vale preparación académica, aquí se sientan abogados… y no vale”.
    Cuantificación
    De acuerdo con datos ofrecidos por el Ministerio de Hacienda, en República Dominicana existen 74 casinos, 30,727 bancas de lotería y 1,812 bancas deportivas que operan legalmente.
    La provincia con mayor número de casinos es La Altagracia (30). Respecto a bancas deportivas y de lotería, Santo Domingo encabeza la lista en comparación a las demás con 429 y 6,521, respectivamente.
    FRASE
    “Esto es ganar o perder aunque yo lo que quiero es ganar mucho”.
    PIERRE
    Nombre ficticio de un entrevistado.

    Dos hombres apuestan a la NBA. VR/LD
    Un pensamiento muy común: “apostar para escapar del trabajo”
    No dejaban de llegar a la banca visitada las personas que tocaban para que Israel ya la abriera.
    A las 10:55 a.m., llegó un haitiano vendedor de forros de celulares con su mercancía en mano. Pensé que iba a ofrecer sus productos, pero Israel decidió abrirle porque ya solo quedaban cinco minutos. El joven me dio su nombre verdadero, pero yo en esta historia le pondré Pierre.
    Cuando ingresó al negocio le protestó a Israel: “Pero tú no me abres, tú sabes que yo vengo a ganarme mis RD$100. Él sabe que uno juega su cualto”. Compró cuatro token (las monedas que se echan a la máquina) y cada una le costó RD$25.
    Pierre me enseñó a jugar el Super Ball y las cartas mientras conversábamos.
    El juego que le hace perder horas de trabajo en busca del dinero fácil consiste en elegir 10 números al azar con la finalidad de que la máquina tire justo esos números.
    Desde que pegas tres empiezas a ganar. Si pegas cinco, por ejemplo, puedes tener RD$40 más y decides si retirarte o seguir apostando todo el dinero. Eran los 12:00 a.m., y Pierre perdía RD$100 y ganaba RD$50.
    Se puso feliz cuando pudo pegar cuatro números.
    “Yo soy inteligente. En dos días le gané RD$16,000. Mira yo soy un negro bacano. Me visto bien. Jai, cuando yo gano…”, resalta Pierre acomodándose. Ya tenía los pies encima de la maquinita.
    Estaba recostándose para las largas horas que estaría allí hasta que ganará “mucho dinero” o lo perdiera todo.

    Fuente: jhenery.ramirez@listindiario.com

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